martes, 15 de septiembre de 2009

Soy Roja, UNA PUTA ROJA ¡¿Y Qué?!


Uno se pasa su adolescencia buscándose, en realidad no creo que nadie llegue a encontrarse jamás. Es un camino largo y complejo pero a medida que tomamos conciencia del mundo que nos rodea también hemos de tomar posiciones sobre lo que pensamos hacer en él o con él...o de él.

Y es entonces cuando tenemos esa vena utópica que tanto gusta a nuestras madres: cuando crees que puedes cambiar el mundo. ¡Y lo que es más!: Cuando crees que merece la pena hacerlo.

¿Nunca has dicho algo y alguien ha comentado qué pasará con la edad? Imagino que es cosa del sistema, que acaba con cualquiera que intente salirse o cuestionarlo. Te absorbe y te fagocita convirtiéndote en parte de él. "Eso lo piensas ahora que eres jóven", " cuando tengas una familia", "cuando tengas hijos". Entonces ¿TODO LO QUE CREO INJUSTO ME PARECERÁ JUSTO ENTONCES? Siempre me ha sonado raro.

Está claro que el mundo no está hecho para los rojos,para la gente de izquierdas,la sociedad no se diseña para buscar el bien de todos,se basa fundamentalmente en procurar el progreso social que sólo unos pocos podrán disfrutar.¿somos unos ilusos?.... ¿y qué si lo fuéramos?

Entender qué sentir cuando se comete alguna injusticia contra cualquiera en cualquier parte del mundo es sin duda la cualidad más linda del revolucionario. Por eso yo soy roja, me alinea a la izquierda, muy a la izquierda, lejos de los conformistas, de los acomodados y tranquilos miembros honorables d esta sociedad.

Los rojos, esos rojos radicales, es posible que seamos demasiado behementes con nuestras ideas,extremistas con nuestras pasiones, exigentes con nuestros ideales, incrédulos ante los de los demás, pero acostumbrados a perder batallas no podemos desfallecer ante la guerra que tenemos contra este sistema. La política es esquiva y la sociedad conformista, llena de personas que no ven o no quieren ver. Rodeados de gente encantada de haberse conocido y que disfruta siendo el centro de su universo. A veces caemos pero siempre, siempre, nos levantamos. Es un defecto que tenemos, que lo que no nos mata nos hace más fuerrtes....

"Estás loco, eres un radical", "un puto rojo". Sé lo que no soy, lo que no llegaré a ser, lo que no seré nunca , pero si algo tengo bien claro es lo que soy y no me importa con qué intención lo digan, yo soy una roja, una puta roja... y no descansaré ni daré tregua mientras pueda.

Disfruten del mundo y de sus tranquilas vidas que ya habrá alguien que dará la suya por hacerlas mejores y podrás estar más o menos de acuerdo con nosotros pero EL BIEN COMUN ES PARA TODOS, INCLUSO PARA QUIENES SE OPONEN A ÉL.


Ahora rojo que lees esto,siempre un rojazo...un puto rojo. Que el mundo no te entienda es sólo un contratiempo menor.

Un saludo y recuerda:

"... Si usted es capaz de temblar de indignación cada vez que se cometa una injusticia en el mundo, somos compañeros, que es lo más importante" Ernesto Che Guevara



Me considero un rojo sin diminutivos. No soy un rojillo, soy un rojo, un rojazo. Y eso no quiere decir comunista, ni socialista, ni anarquista, quiere representar esa hermosísima ideología de hace unos años, que hacía creer que esta infamia de mundo podía cambiar de alguna manera. Joaquín Sabina



Para mi buen amigo, Aldahir.


...

La Rata Más Feliz Del Mundo

¿Cada cuándo ocurre un eclipse solar? ¿Cada cuándo miramos con los ojos cerrados? Yo diría que todos los días. Vivimos en una realidad de sombras, en un universo paradójicamente inexistente, donde lo único que percibimos son malas copias de lo verdaderamente maravilloso. ¡Vaya soberbia humana! Siempre vamos por ahí, auto-proclamándonos la cumbre de la divina e injustificada creación. ¿Quién demonios nos hemos creído?

Podemos matar porque somos la “imagen y semejanza de Dios”, somos los primeros mamíferos que conducen un automóvil (¡Admíranos, protozoario!), cantamos en el coro de las frías iglesias y por ello esperamos que un completo desconocido se apiade de nosotros para regalarnos –como por arte de magia- la felicidad eterna. Siempre presumiendo de cómo esa luz artificial que nos atrevemos a llamar razón, nos ha llevado “tan alto”.

Pero, ¿En realidad somos seres racionales como siempre festejamos? ¿En verdad gozamos de una virtud tan grande, que nos diferencia radicalmente de los animales? Se llega a decir que la razón es aquello que nos hace ser concientes de nosotros mismos, del tiempo y espacio en el que nos desarrollamos. ¿Realmente cumplimos con esas características?

Como en los perros, en los humanos la raza es igual de importante. En un zoológico las aves llamativas, extravagantes, hermosas, coloridas, son los huéspedes de las más grandes jaulas: seres siempre orgullosos de su protagonismo en el ficticio show de la selva, alabados por todo aquel que los contempla con interés, excluyendo y olvidando cruelmente a todo aquel guajolote, que con el moco colgando, yace en el corral del rincón.

Lo mismo pasa con los hombres, criaturas incomprensibles, prisioneros de sus propias jaulas, creyéndose toda falsa adulación que al final servirá como motor de sus ambiciones, simple y único motivo para degradar a los “hombre-guajolote” que comen el alpiste rechazado por los de la jaula de arriba.

¿Por qué nadie alaba al pobrecito de las plumas negras, si de él comemos en navidad? Estamos tan acostumbrados a nuestra vida - al igual que al guajolote- que llega el momento en que desvalorizamos y perdemos toda la noción de conceptos cotidianos para confundirnos en el caos.

¿Qué es lo mexicano? Ya no lo sabemos. Hemos actuado tan mecánicamente que se ha perdido toda razón de ser de nuestras acciones. ¡Vergüenza nos debería dar! Deformando el patriotismo original para convertirnos en viles patrioteros: arduos defensores de lo nacional, marcándonos como única identidad las fronteras como corrales, ocultando en sí, la inseguridad y el desconocimiento del sí mismo.

Mera herencia nazionalista, no solamente producto de conquistas e imperios. También legado de una mala interpretación de la Teoría Darwinista en la que no se habla de jerarquías, de abusadores y abusados, ni de buenos o malos como nos empeñamos en decir, para excusar el constante pisoteo a los de abajo. ¿A quién queremos convencer con el trillado asunto de “la supervivencia del más fuerte”? ¿Qué voces de qué conciencias intentamos callar, escudándonos en las leyes del reino animal? ¿No se supone que ya hemos superado todo rastro de animalidad?

La razón no es lo más magnificente, al contrario, es el peor error de la naturaleza. Y ella está conciente de tal falla, por eso, no tarda en mandarnos un huracán, terremoto o tsunami, para demostrar que, después de todo, no estamos tan adaptados como pensamos. Porque si el hombre es racional y destruye, humilla, denigra, muerde, pica, pellizca, golpea y mata todo lo que encuentra a su paso, hubiera preferido ser una rata, que al menos, no es conciente de lo que hace.